Las grandes expansiones monetarias desde la crisis de 2008 han venido acompañadas de advertencias sobre un riesgo de inflación que nunca ha llegado a materializarse, al menos en el mercado de bienes y servicios (la inflación en los activos ha sido más evidente). En esta ocasión, tras billones de euros entre estímulos monetarios (bancos centrales) y fiscales (gobiernos), las alarmas vuelven a sonar incluso con más fuerza. ¿Será esta vez diferente? El tiempo lo dirá, pero lo que es cierto es que algunos ingredientes sí son distintos.
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