Hasta hace poco, el choque de las blanquinegras piezas del dominó contra la sucia mesa de un bar era el ruido que resultaba más familiar a la hora de jugar en España. Sin embargo, el click de un ratón y el glamour de la reina de corazones ante la asexuada sota, marcan el comienzo de una nueva era en la que el póker manda y no falta el avispado jugador que logra moverse en la cuerda floja y ganarse la vida con ello. Es el caso de I.S., que con tan sólo 27 años y con alargadas sombras de duda sobre su futuro laboral decidió lanzarse a la aventura
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