El Ejecutivo pretende que las rentas derivadas de los rendimientos de productos de inversión estén gravados con un tipo que, según se especula, se situaría en el 20%, en lugar del 18% actual. Según calculan los expertos consultados, en el escenario más optimista, esta modificación fiscal supondría un aumento en la recaudación poco significativo. Después de una crisis causada por el gasto caprichoso y sin límite más allá de las posibilidades de muchas personas, se pretende ahora castigar el ahorro responsable e inteligente de las familias.
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