El Mayor Perdedor de Todos los Tiempos dio una última calada a su Ducados, aplastó la colilla en el cenicero de la mesita de noche y se puso en pie. Aquel día no había ido a currar. El despertador sonó a las 6 y media de la mañana, como cada mañana de lunes a sábado desde hacía un mes(...)
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