El bombardeo aéreo contra los asistentes a un festival de música el domingo en el norte de Myanmar, provocando entre 50 y 80 víctimas mortales, es la última prueba de la escalada de violencia de la junta militar de Myanmar y de su supuesta «desesperación» por mantener el poder. Era el turno de Aurali, un famoso cantante de la etnia minoritaria kachin, cuando el domingo por la noche cuatro aviones de combate del ejército birmano transformaron un festival de música en una masacre, matando e hiriendo a decenas de civiles
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