Las revelaciones sobre la guerra de Irak que Wikileaks puso a disposición de los medios ayer ponen a prueba los estándares morales de todos aquellos que se atrevían a decir que la existencia de Wikileaks era una mala idea: en un mundo en el que la tecnología permite una mayor movilidad y circulación de la información, esto tenía que funcionar en todos los sentidos. El compendio de abusos, torturas y excesos cometidos es suficiente para horrorizar a cualquiera.
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