Tom Perkins es el abanderado. El empresario de 82 años -dueño de una fortuna de 6.000 millones de euros y de un ático de 1.600 metros cuadrados en San Francisco-, comparó, primero, la campaña contra el 1% más pudiente del país con la persecución del pueblo judío antes del Holocausto. Y no se conformó. El magnate cree que los ricos deberían tener derecho a más voto que los pobres, como pasa con los propietarios de corporación.
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