Más allá de las estadísticas del paro, el calvario que atraviesan miles de familias valencianas tiene su concreción en situaciones de precariedad cotidianas y aparentemente alejadas de las condiciones de vida del primer mundo. El 1,8 % de los valencianos, por ejemplo, no puede permitirse comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días. El 6,1 % (más de 300.000 personas, en números absolutos) tampoco puede calentar su casa hasta una temperatura adecuada durante el invierno y al 3,6 % de la población les resulta imposible tener coche.
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