Miles de carteles de venta de inmuebles adornan las fachadas de los apartamentos de Marina D’Or. La idílica ciudad de vacaciones construida a finales de los años 80 hace aguas. Los particulares tratan a la desesperada de vender sus inmuebles a precios cada vez más devaluados. En sólo un año, muchos propietarios han recortado el precio de sus apartamentos pasando de los 300.000 a los 200.000 euros. Pero ni por esas. La oferta de viviendas de segunda mano se ha desmadrado hasta derivar en la caída radical de los precios. El panorama es desolador.
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