Los primeros que deberíamos desvelar la corrupción en el periodismo somos los periodistas, antes que los jueces. ¿No es esa nuestra labor? ¿O es que sigue vigente lo de “perro no come carne de perro”, que no es más que un latiguillo que justifica el corporativismo por el que los periodistas podemos hablar de todo, menos de los colegas? Se nos adelantó el juez Eloy Velasco con el Caso Lezo, que demuestra que la corrupción mediática no es menor que la política y la económica. Y además es imprescindible para las otras dos.
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