"A finales del siglo X y principios del XI se inició la costumbre de inscribir en los sillares de piedra de las construcciones curiosas marcas o signos. Estas marcas eran firmas personales de los canteros que, con frecuencia, se utilizaban para determinar el trabajo realizado y, de este modo, poder calcular cuál debía ser la cantidad que debían cobrar. Los signos podían también indicar al albañil cuál debía ser la posición de la piedra en la obra. Además, estas marcas eran el signo de identidad y la marca de honor de cada gremio de canteros..."
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