Si no nos gusta la realidad, modifiquemos las estadísticas. Muchas personas se quejan de que el IPC no refleja la subida real de la vida. Ahora le toca el turno a la forma de medir el paro. Si llega un parado, le decimos que se apunte a un cursillo que le permitirá cualificarse para la profesión que solicitan. Mientras tanto no engrosa la lista de desempleados. El hecho de que sea en vísperas electorales y con los malos datos de paro de enero despierta las sospechas.
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