A la entrada del museo del Louvre hay un cartel donde se advierte a los turistas de que está prohibido defecar en las salas. Sólo está escrito en un idioma: el chino. La nefasta reputación de los turistas chinos está empezando a preocupar a las propias autoridades del país, ya que no tienen inconveniente en dejar que sus hijos defequen en la piscina, suelen olvidar tirar de la cadena del retrete y tampoco se cortan si necesitan escupir en público, aunque estén esperando en el hall de un hotel de 5 estrellas. La celebrity tailandesa Duangjai Phichitamphon muestra su indignación al respecto.
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