Uno de los cuartos no tenía enchufes, y el propietario lo solucionó «abriendo un boquete en el salón para pasar una alargadera». Ella y sus tres compañeros pagan 480 euros por el inmueble, y confiesa que «no está tan mal» comparado con algunos que han visitado a principios de curso en el Ensanche. «He visto uno de cuatro habitaciones en el que dos de ellas estaban separadas por una plancha de madera en el medio».
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