Hay algo que no se debe ocultar: la intervención de la presidenta estuvo perfectamente preparada. Alrededor de las ocho de la mañana, uno de los participantes en el programa, cuyo nombre por el momento voy a callarme, recibió una llamada de la señora Aguirre. Dios sabe cuanto me repelen los diálogos en el periodismo, pero está vez tengo íntimas razones para hacerlo.
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