"No hay leyes específicas que permitan arrestarlos, como sucede en Italia. Los periodistas alemanes creen que la mafia no existe. No se informa sobre eso. Los policías no entienden lo que es una amenaza. Incluso piden y obtienen de los jueces la censura, como en mi caso. En Madrid, Barcelona, París, Berlín, Ginebra, los mafiosos viven vidas tranquilas, no matan, y las cárceles son normales, si los cogen pueden seguir trabajando desde dentro."
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