Marina Rodríguez llevaba varios días aquejada de fuertes dolores de cabeza. Nada fuera de lo normal. Desde que el 28 de diciembre de 2002 salió despedida junto a su hermano en una atracción de Juveándalus, la joven padecía cefaleas que combatía con analgésicos cómo podía. Pero en esta ocasión era algo mucho peor que una simple jaqueca. El 22 de marzo, a las cinco de la mañana, Mariana se derrumbó en la habitación que tiene alquilada en un piso de Colchester, a unos 90 kilómetros de Londres. Tuvo la energía suficiente para arrastrarse...
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