El mayor centro de juego del mundo también ofrece, con sus extremos, una visión de los efectos menos favorables de la apuesta por los casinos. La riqueza se ha concentrado en unas pocas fortunas, haciendo a una parte de la población dependiente de los programas sociales. La llegada masiva de dinero extranjero ha disparado la inflación -ahora en el 6%- y ha hecho prohibitivos los precios de la vivienda, obligando a miles de residentes a vivir hacinados en pequeños apartamentos de la periferia.
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