Entre palmeras, baobabs y otros árboles inmensos haciéndole cosquillas al cielo se entremezclan las nubes de un pedacito verde y florido que permanece varado en el Golfo de Guinea. Su nombre, Santo Tomé y Príncipe, un paraíso insular de cacao, vainilla y café donde antes hubiera territorio portugués y que vuela libre desde el año 1975. Un país tan insólito que cuesta ubicar en el mapa y del que muy pocos han hablado. De hecho suele aparecer en las listas de los lugares menos visitados del planeta.
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