Lo hemos visto una y otra vez en países como Francia, Bélgica o Alemania. Y, según los datos preliminares, lo estamos viendo de la peor forma posible en Cataluña. Es el llamado "problema de la segunda generación", un problema que como reconoce el general Ballesteros presenta retos que, hoy por hoy, no sabemos cómo afrontar.
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