Dashik, padre de uno de los polluelos, y Yehuda, padre del otro, iniciaron hace 10 años un romance que hizo saltar los titulares en medio mundo. Las aves se conocieron en el Zoológico Bíblico de Jerusalén, se gustaron y se enamoraron locamente, como sólo un buitre leonado puede hacerlo. Los cuidadores hebreos, en vez de lanzarlos al pilón (allí lo hacen mucho con los gays humanos), les dejaron construir su propio nidito de amor y les premiaron con huevo artificial que ambos padres se turnaron en empollar con dedicación.
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