Sales contenta y cuentas a todo el mundo que vas a aprobar: has pasado sin irregularidades tu examen de conducir. No: el examinador, camuflado con unas gafas de sol, suelta, fugándose, un trozo de papel indicando faltas que te sorprenden y que nadie las justifica. Todo tras el derroche de mucho dinero ganado con madrugones. Eso pasa en la DGT de la avanzada España.
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