¿Por qué se comenta tan poco? Muy sencillo, porque somos unos putos vagos. Nos gusta llegar, consumir y marchar. A quién le importa que el escritor de un blog se entere de mi opinión, lo importante es que él me da lo que quiero y listo. Sólo comentamos (y me pongo yo el primero de la fila) cuando algo es tan bueno que merece 30 segundos de nuestro preciado tiempo para ensalzarlo o, también, cuando algo nos cabrea tanto que merece 30 segundos de nuestra preciada cólera para ponerlo a parir.
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