Hablamos de alguien que desvió un río para que pasase bajo su ventana. Un semidiós arrastrado por el lado oscuro de la Fuerza. Me asombra la carrera delictiva de Rodrigo Rato, y me pregunto hasta dónde habría llegado si no le paran los pies. Como aquello de Thomas de Quincey de que uno empieza por asesinar, luego le da por robar y acaba por no dar los buenos días, Rato comenzó por el blanqueo de capitales y podía terminar arramplando la propina de los platillos al salir del restaurante.
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