Cuba es la peor enemiga de sí misma. Y si cupiera alguna duda, la muerte de Orlando Zapata sería la prueba irrefutable. Tanto si el Estado castrista ha dejado con su indiferencia que muriera el disidente, 85 días en huelga de hambre, como si ha colaborado con torturas o malos tratos -que La Habana desmiente-, su gesto puede marcar un antes y un después, en la medida en que ha provocado el repudio...
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