Si algo quedó claro durante estas semanas es que los mercados financieros no generan más que riqueza ficticia y que el Estado es una pieza clave para que estos dominen la actividad económica y social. Que este proceso se haga más visible, agónico y desproporcionado no lo convierte en una ruptura histórica. [...] Las últimas intervenciones, aunque erosionen visiblemente algunos de los dogmas neoliberales, refuerzan más que debilitan el sometimiento de la mayoría de la sociedad al poder del sistema financiero y a quienes lo controlan.
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