España es un país invadido por las rotondas, ese artilugio que pretende ofrecer sencillez y seguridad, pero que como casi nadie cumple sus reglas de uso, acaba siendo más un estorbo que una verdadera ayuda para el tráfico. Sufriendo esta realidad en cada kilómetro que recorremos a diario, nos llega la buena noticia de que por fin se ha dado luz verde a la instalación de turbo rotondas en las carreteras españolas, obligando a conducir de otra forma muy distinta y prometiendo reducir drásticamente retenciones y accidentes.
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