Al pie de estas urbanizaciones se encuentra la frontera invisible que delimita Castilla-La Mancha con Madrid. La separación es meramente mental para los 1.200 habitantes de este pueblo, que la atraviesan a diario para acudir a sus puestos de trabajo. Hace solo un mes han conseguido una reivindicación que ha ido creciendo a medida que lo ha hecho su población: que un autobús de la Comunidad de Madrid cambie su trayecto para pasar por allí y les deje -o recoja- en Alcalá de Henares.
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