Octavio Augusto es recordado por la Historia, no por sus crímenes, ni por su incompetencia total y absoluta en lo militar, sino por ser uno de los políticos más influyentes de la Historia de Roma. Sin embargo, analizando todas las causas que le catapultaron hacia esa consecuencia, Octavio no habría logrado ser el primer Emperador si no hubiera sido por su tercera esposa, Livia. Es curioso, que fuera precisamente ella, la que menos posibilidades tenía, la que finalmente contrajera matrimonio con él.
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