Atlético, Valencia, Sevilla, Zaragoza o Athletic se sienten indignados por la continuidad de un sistema casi dictatorial, que ha condenado a la Liga a un empobrecimiento progresivo en lo económico y en lo deportivo. Después de años de inacción y palabrería barata, la realidad es cruel. Los clubes de clase media han desaparecido del mapa (no se puede considerar de clase media a quienes cobran 120 millones más que los dos de siempre).
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