Tras haber pasado cuatro años en el exilio, el clérigo chií Moqtada al-Sadr regresó ayer de manera sorpresiva a Irak. El viaje, según confirmaron fuentes cercanas al movimiento sadrista, no es una visita sino que el religioso tiene intención de permanecer en Najaf, su ciudad natal. Al-Sadr se convirtió, tras la invasión de Irak por las tropas de la OTAN encabezadas por Estados Unidos en marzo de 2003, en un duro opositor a la ocupación extranjera y en símbolo de la resistencia chií.
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