Monroe Beachy, perteneciente a una de las ramas más radicales de los amish empezó a pedir dinero a los vecinos, comerciantes y entidades de todo tipo de Sugarcreek (Ohio) en 1990, al más puro estilo Bernie Madoff. La ayudante del fiscal que lleva el caso explicó que Beachy invirtió el dinero de sus vecinos en fondos de alto riesgo y que podría haber perdido la mitad de los más de 33 millones que había recaudado. El colectivo amish, lejos de personarse como damnificado, protege a Beachy aferrandose a su conservadurismo.
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