En el liberalismo no hay verdades reveladas. Hay unas ideas fundamentales —la libertad como valor supremo en todos los campos—, pero no fórmulas rígidas para ponerlas en práctica. Hoy, liberal y liberalismo quieren decir, según la cultura o el país, cosas distintas y a veces contradictorias. El partido del tiranuelo nicaragüense Somoza se llamaba liberal, en Austria, un partido neofascista. La confusión es tan extrema que dictaduras como los de Pinochet en Chile y de Fujimori en Perú son llamados “liberales” porque privatizaron algunas empresas
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