Hoy a la tarde, después de escribir más de una hora sin darle al botón de "guardar borrador" [sí, imbécil titulado] perdí un cacho de apunte que estaba acabando. Ya venía escaso de ideas y motivaciones, pero eso me quitó hasta las ganas de tener un blog (no es nuevo el sentimiento). Pero un par de horas después conocí la recién parida ley que justifica este boboapunte para que el blog sobreviva un tiempo más –a ver si se me quita la sequedad y desgano–: la Ley de Kerensky.
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