Estará bien recordar que Lesmes tardó en dimitir cuatro años. No estará completa la anécdota si no se narra que la imparcialidad de Lesmes en este asunto fue de lo más partidista. Ya que encogerse de hombros durante 1.400 días, sin señalar que el bloqueo venía de la mano del PP que lo colocó en el cargo, es ser –nunca mejor dicho– juez y parte.
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