Es curioso que la única diferencia entre la comedia y la tragedia sea un simple cristal (bueno, quizá no tan simple, al menos uno reforzado). Un bebé que recién comienza a dar sus primeros pasos como para hacer amigos en el reino animal. Sin embargo en vez de un gatito o un perrito, él prefiere jugar con Angie, una leona de 180 kilos del zoológico de Cheyenne Mountain en EEUU, que lo ve como la cena. Vaya temple el de los padres.
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