Ahora que existe un amplio consenso técnico acerca de las medidas imprescindibles que el Gobierno no se atreve a tomar por miedo a los sindicatos, y sobre la perfecta inconveniencia de otras que sí toma para congraciarse con ellos, merece la pena echar la vista atrás y buscar en nuestro pasado reciente de nuestro país algún otro responsable político que hiciera lo mismo, esto es, plegarse al poder fáctico sindical aun conociendo las onerosas consecuencias que ello traería para el país.
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