(...) Según explica el metraje, el Joker no es malo porque sí. En realidad es un enfermo mental al que la sociedad ha dejado de lado y encuentra en la rebelión una forma de expresión. De hecho ni lo busca, sencillamente acontece. El caos, el absurdo, el reírse ante una situación dramática: exactamente lo que a él le hace ser un marginado exportado para todos. Una imposición contra otra.
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