George H.W. Bush comenzó a hundir sus posibilidades de reelección al incumplir su famosa promesa: “Lea mis labios. No más impuestos”, había dicho en la convención republicana de 1988. Llegó la negociación del presupuesto de 1990, los demócratas tenían mayoría en el Congreso y Bush se vio obligado a pactar un aumento fiscal. El ala derecha del partido decidió de inmediato que el presidente no era uno de los suyos. Bush tuvo que sufrir la afrenta de tener un rival en las primarias republicanas, Pat Buchanan, algo muy poco habitual en un...
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