"Ernesto trabajaba con un contrato bajo el convenio de oficinas en el que no está regulada la actividad de deposición. Durante los primeros meses se recluía furtivamente una o dos veces al día en los servicios. Poco a poco fue cogiendo confianza y permanecía periodos de 30 a 60 minutos en el retrete. A veces se dormía. “Era muy desagradable volver a mi puesto después de estos bellos momentos”. [...] Ante esta situación “alegal” y tras una dura negociación, el trabajador ha conseguido que regularicen la actividad que mejor sabe hacer".
|
etiquetas: sindicatos