Al final de la convocatoria de la Jornada se indicaba un tiempo de coloquio, para que los asistentes puedieran exponer preguntas y cuestiones a los ponentes. Aquí es cuando comienza el ridículo para sorpresa del auditorio: Resulta que no hay coloquio. El Subdirector General de Arquitectura y Edificación indica que las preguntas han de hacerse por escrito, "pues vamos mal de tiempo". 16 papeletas son entregadas, una a una progresivamente por los asistentes a la azafata del congreso, percibiendo la estrategia al estilo "Plasma-Rajoy".
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