Así se las gastaba el gran Wolfgang Amadeus Mozart con su bäsle (“primita”) Maria Anna Thekla Mozart de la que su padre alejó por no ver conveniente la unión. Su aspecto menudo, su gran nariz, su oreja malformada y sus marcas de viruela infantil unidas a este peculiar cortejo, debían de hacer irresistible al genio de Salzsburgo.
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