Tiene la complejidad de la coca-cola pero vestido con un hábito de tipicidad que lo hace imbatible. El mercado de los bebedores de vino que no les gusta el vino es muy amplio y siempre ha estado presente (tintos de verano, sangrías y demás lindezas enológicas son un claro referente de ello) a este importante nicho de mercado póngale una pizca de tipicidad, una botella y etiqueta atractiva, a todo ello júntele un precio imbatible y al producto resultante añádale azúcar y gas carbónico y ya está, el éxito asegurado.
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