Resulta que un joven de 19 años entró a robar en una casa de la que se llevó un par de anillos valorados en más de 3.500 dólares dejando tras de sí cuando se machó una prueba ideal para que lo cazaran. ¿Cual? os estaréis preguntando: ¿quizás una huella dactilar en el pomo de la ventana por la que entró? ¿una fibra del jersey? ¿pelo? Pues no, es mucho menos sutil que todo eso. El susodicho ladrón tuvo la feliz idea de comprobar su cuenta de Facebook desde el ordenador de la víctima y, lo mejor de todo, se fue sin cerrar la sesión.
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