Se sabe que el laboratorio está en algún punto de Silicon Valley y que su propósito es inventar el futuro. Construir alardes tecnológicos que produzcan un impacto total en la sociedad. Cuando el 'New York Times' reveló su existencia, se dispararon las especulaciones. Y sus científicos han tenido que empezar a dar la cara. Hablamos con uno de ellos, Sebastian Thrun, especializado en inteligencia artificial. Su trabajo: construir un coche que no necesite piloto. La revolución está cerca.
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