Aquí lo que pasa es que nadie nos avisó de que una rubia con 700.000 followers en Instagram podía forrarse sólo poniendo cara de gatita y haciendo fotos a sus batidos bajos en calorías. Una rubia con un smartphone: he aquí el próximo salto evolutivo del ciber-capitalismo, he aquí la nueva especie superior, la cima de la cadena alimenticia consumista.
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