En estos días convulsos, en los que parece que el catolicismo rancio es la única manera en que uno puedo encauzar su espiritualidad en España, vale la pena echar una ojeada a otras prácticas milenarias, mucho menos agresivas y de las que hasta los más furibundos ateos pueden sacar algo de provecho practicando sus ejercicios de relajación y concentración.
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