Aquellos fueron tiempos de silencio y cloacas; de ratas, de hambre, de desconfianza y de rencor. La vida no era más que un triste ejercicio de supervivencia, una pirueta cruel para burlar a la muerte y sortear el hambre, la enfermedad, la desesperación. Toda una generación de hombres y mujeres, dignos y valientes, fue reducida a escombros y cenizas, a jirones, a retazo, a sombras…
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