En la vuelta a los orígenes, Ratzinger se ha quedado anclado en el medievalismo, en la misa preconcialiar en latín y de espaldas a los fieles, en el tocado de armiño y en el absolutismo vaticano frente al relativismo que dice combatir. El pretendido ecumenismo ha dejado paso al culto al Papado, y de ahí que importante tanto hacer santo al anterior Pontífice a toda velocidad. Los escándalos de pederastia han roto las costuras de este traje tan apretado, y es por donde la Iglesia nos muestra ahora todas sus vergüenzas.
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