Así llegó la gran hora del Ejército español, su desquite tras medio siglo de descrédito, con momentos especialmente impopulares como 1898 en Cuba y Filipinas, 1909 en el Barranco del Lobo y 1921 en Annual. En España, el Ejército era muy poco respetado por la mayoría de la gente. Mientras en Inglaterra los militares y los marinos eran unos tipos simpáticos que cumplían correctamente su papel de agrandar el Imperio y asegurar el suministro de mercancías y beneficios mineros para la metrópolis, donde eran poco visibles salvo en ceremonias.
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